martes, 29 de septiembre de 2009

Historial de vida

Me encontraba divagando en mi pasado, en el abstracto de los días.
Yo me encontraba en aquella cinta, en una de aquellas cintas perdidas.
Es cierto, era yo, mas la cinta no reclamó en mis recuerdos.
Es quizas el indicio de que me vuelvo viejo o quizas enloquezco.

Una mente tan frágil, tan infante, una mente como es la mía.
Y un recuerdo tan vago, una memoria se hizo ficticia un día.
Rodeos, rodeos, anquilosamiento perpetuo en el entramado del tiempo, en las idas.
Paraje incierto, anhelo perpetuo: dos horas, un día, un historial de vida.

martes, 15 de septiembre de 2009

Una historia percuciana 3 (El fin)

notra preliminar:

Mis estimados lectores, ruego que me disculpen, pero el narrador del cuento (de la parte 1 y 2 de los previos textos) se encuentra indispuesto para narrar, tiene un dilema existencial.

Prólogo:

Oslo se encuentra vivo, de alguna manera pudo resistir la furia de los percucios; sin embargo, el daño causado lo ha vuelto suceptible a cualquier otro ataque... quisiera que ustéd, mi lector, lea cuidadosamente la última parte de esta trilogía, pues es momento de que se revele la verdadera "apariencia" de los percucios (Cada palabra desatinada de Oslo podría ayudar).

Viernes, 12:00 pm

-¡Malditos percucios!¡Malditos zaínos, porfiados, talegos, abstractos, inconclusos, carajo! -Exclamó, estertoreamente, Oslo-.

-Comprade, no gastes más energías, tranquilísate -dijo Bratislava, con tono apacible-, lo más sensato es que duermas.

¿Sensato? ¿Un loco que hable de sensatez, qué ironía?

Lunes, 12:00 am (han pasado 3 meses desde aquél diálogo)

-Jefe, es momento de atacar -dijo un miembro del grupo.

-¡Yo doy las órdenes aca! ¡Desde hace 3 meses esperé este momento y ,si alguien tiene que decidir cuando atacar, lo decidiré yo! ¡Así que, como lo has dicho, ataquemos!

La gente del manicomio enloqueció, mataron a discreción a todos los integrantes lúcidos del instituto psiquiátrico. Dicho esto, fugaron de aquel lugar y se instalaron en las zonas boscosas de las afueras. Apareció un cadaver, probablemente el cuerpo putrefacto de el "Doc". A lo Señor de las moscas, fue clavada su cabeza en un asta y...

-¡Malditos percucios! ¿Aún fuera del manicomio siguen fregándome la vida? ¡Maldita sea su existencia! ¡Malditos bonachones, chambergos, mofletudos, endomingados, efervescentes, carajo!

Los percucios toman más fuerza en zonas despejadas, debido a esto, Oslo decidió trasladarse a la gruta del monte Ekeberg. La zona quedaba a pocas leguas de allí.

-Compañeros de campaña, alisten fusiles, rifles, cantimploras. Nos vamos al monte Ekeberg, allí los percucios no nos molestarán -dijo Oslo, repentinamente alborozado-.

-¿Estás loco? Los percucios son tema tuyo, no nos vengas con tus fantasmagorías -protestó renuente Nicosia, convenciendo a un par de locos en quedarse-.

-¡Aquí mando yo carajo! O me obedecen o se quedan.

Derepente la algarabía se propaga y deciden quedarse (venerarían la cabeza de "doc" por algún extraño motivo).
Sin embargo, un Judas de entre toda la gente, sale a besarle la mejilla a Nicosia, diciendole que iría con Oslo. Dicho esto, emprendieron el camino. Oslo maldice uno que otro percucio y finalmente llegan al monte.

El mar está furibundo, el sol quema la tierra, el escenario es sinuoso al igual que el hombre que se encuentra en el puente. Aquel hombre se encuentra aturullado, siente el pánico (sufre un dilema existencial). Dos personas se encuentran atrás de él (Oslo y Bratislava) lo miran pásmados, solo atinan a quedarse quietos viendo el sufrir de aquella persona. Algo sucede, miles de percucios salen a acabar con aquél personaje, y finalizando su empresa, atacan a Oslo (Bratislava nunca comprendería lo que pasaba).

¡Este es mi fin! -Gritó vehementemente Oslo, se notaba su desesperación-. ¡Maltidos digitigrados, papanatas, parafernalia, tumefactos, prístinos, ca..ra....jo...

:::Fin de Oslo:::

Como podrán apreciar, Oslo en verdad estuvo buscando su fin. Todo lo que quería era terminar con ésto. Los percucios hicieron de su vida un orco y todo terminó con su muerte. El cuerpo fue derivado a las zonas boscosas cerca del manicomio, está siendo venerado hasta los días de hoy, pues siempre mostró gallardía, conspicuidad, dicción, autoridad, modernidad y un vasto léxico.

FIN